La nueva crisis capitalista, que estalló en 2020 acentuada por la pandemia del coronavirus, se está llevando por delante las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera, condiciones conquistadas en décadas de lucha y qué en buena parte fueron dilapidadas durante la crisis de 2008. Los ataques que sufrimos provienen de los distintos gobiernos que, independientemente de su color, aplican las medidas que la patronal demanda en cada momento.
Así, bajo la aplicación del Plan de Recuperación, Transformación y Residencia financiado con los fondos Next Generation provenientes de la Unión Europea, el gobierno central y las fuerzas políticas que lo componen se sitúan al frente de la modernización y adaptación del capitalismo en España. Un proceso que, encubierto bajo las consignas de la digitalización y la transición energética, supone un aumento de la explotación de la clase obrera a través de aplicación de nuevas formas de organización del trabajo basadas en la flexibilización de las relaciones laborales y el trabajo a demanda. Esto es, en esencia, trabajar más y con menos derechos para garantizar las ganancias de los capitalistas. Todos estos elementos ya se están anticipando en las filtraciones sobre la nueva contrarreforma laboral que pilota Yolanda Díaz.
Junto a este proceso encabezado por la coalición socialdemócrata del PSOE y Unidas Podemos, las fuerzas liberales y la extrema derecha continúan profundizando en el recorte y privatización de los servicios públicos. Los presupuestos de la CAM pactados entre el PP y Vox suponen un recorte de más de 1.000 millones de euros en el sistema sanitario público. De esta manera garantizan, a costa de desmantelar nuestras condiciones de vida, importantes nichos de mercado para los capitalistas de la sanidad privada y las empresas que parasitan los servicios públicos.
A pesar de que la pandemia ha golpeado con dureza nuestra región, el gobierno de Isabel Díaz Ayuso avanza a marchas forzadas en el desmantelamiento de la Atención Primaria en Madrid. Los 37 Servicios de Urgencias de Atención Primaria continúan cerrados, la atención presencial es mínima mientras se generaliza la atención telefónica, la espera para una primera consulta se dilata semanas fruto de la falta de personal en los Centros de Salud y las ratios pacientes/día no paran de aumentar. Las grandes dificultades para ser atendidos derivan en una cada vez mayor presión en las urgencias hospitalarias, provocando la saturación de estos servicios, a lo que se suma el aumento de pacientes en listas de espera de atención hospitalaria. A esto hay que sumar el despido de casi la mitad de los 11.300 trabajadores de la sanidad contratados como refuerzos COVID, cuyo trabajo debería servir para reforzar estructuralmente la deteriorada sanidad pública madrileña.
La misma lógica se aplica a otros ámbitos. Mientras los presupuestos de la CAM para 2022 garantizan ingentes inyecciones de dinero público para la patronal de la enseñanza y los colegios ligados la iglesia católica, 30.000 estudiantes se quedaron sin plaza en la FP pública. Idéntica orientación, a pesar de la supuesta distancia ideológica, presentan las reformas universitarias presentadas por el ministro Castells, donde se ahonda en la presencia de empresas privadas en la universidad y en la garantía del estudiantado como mano de obra cuasi gratuita por la vía de las prácticas en modalidad dual.
Al ataque sobre nuestras condiciones de trabajo y sobre nuestros servicios públicos se suma una subida sin precedentes en la factura eléctrica y los combustibles, que ya provoca un incremento general del precio de bienes básicos como los alimentos. La pobreza se generaliza en los barrios obreros y cada vez resulta más difícil llegar a fin de mes con unos exiguos salarios, bloqueados en muchos casos en las mesas de negociación de los convenios colectivos.
Si la ofensiva que desatan los capitalistas y sus gobiernos sobre nosotros es general, si cada vez vivimos más pobres, más explotados y con menos cobertura social; es el momento de que la clase obrera organicemos la respuesta en defensa de nuestras vidas y nuestros derechos. Basta de retroceder, es hora de avanzar.
Existe una alternativa que no pasa ni por asumir nuevos marcos de explotación a costa de unas pocas migajas, ni por dejarnos arrastrar por los vientos de cola de la reacción que pretenden exonerar a la patronal de su responsabilidad sobre nuestra miseria. Existe una tercera opción; una opción independiente, revolucionaria y orientada a construir un futuro para la clase obrera. Nuestra opción es luchar.
Únete al PCTE, es la hora de pasar al contraataque.