El pasado 18 de enero, la Casa de Barrio de Carabanchel acogió un emotivo acto sobre la represión durante la dictadura franquista, organizado por la militancia comunista de la zona en el marco de la preparación del 40 aniversario de los Colectivos de Jóvenes Comunistas (CJC).
La apertura de la jornada corrió a cargo de Santiago Fernández, Responsable Político de los CJC en los Barrios del Sur de Madrid. Fernández introdujo al público en el contexto de los años previos a la dictadura: el nacimiento del PCE en 1921, los primeros aciertos y errores del campo revolucionario a nivel nacional, el impulso militante gigantesco en la época que rodeó a la Guerra Nacional-Revolucionara (la comúnmente llamada Guerra Civil), hasta llegar al fin de la misma con la estocada final del Golpe de Estado del general Casado.
Las condiciones de lucha cambiaron tras el inicio de la dictadura fascista, lo que hizo que el campo obrero y popular tuviera que pasar a la clandestinidad, siendo el Partido Comunista prácticamente la única organización que continuó luchando desde las entrañas de aquel horror, tajo a tajo, barrio a barrio, como el de Carabanchel.
A continuación, Bea Rodríguez, arqueóloga y militante del PCTE, tomó la palabra para explicar cómo el aparato franquista desarrolló un entramado legislativo que “legalizaba” la represión, y así nacieron espacios como la antigua Cárcel de Carabanchel (cuyo nombre oficial era el de Prisión Provincial de Madrid). Rodríguez desgranó, desde una perspectiva arqueológica, los detalles estructurales de este símbolo del terror franquista inaugurado en 1944 y que, durante décadas, albergó a miles de presos políticos (entre ellos, a los dirigentes de las Comisiones Obreras en 1972 en el Proceso 1001).
El evento tomó un giro más personal y crudo con la intervención de José Ramírez, militante de la UJCE en Carabanchel durante la clandestinidad. El camarada Ramírez recordó aquella época muy diferente a la actual, tanto en contexto internacional como nacional, para la militancia comunista. Sus palabras hicieron revivir entre los asistentes la valentía y la solidaridad de quienes lucharon por una sociedad más justa, incluso en las peores condiciones.
La última intervención corrió a cargo de Pedro Casas, de la Asociación Vecinal de Carabanchel Alto, fundada en 1974 con los últimos años del franquismo. Casas conectó el pasado con el presente. Habló de cómo, a principios de los años 2000, se fraguó un potente movimiento vecinal en defensa de la estructura de la ya cerrada cárcel de Carabanchel como lugar icónico de la memoria histórica del barrio; de cómo, a pesar de las movilizaciones, el PSOE de Rubalcaba lo derribó durante la noche, destruyendo con ello la cúpula, todo un elemento de interés cultural que debería haber sido protegido. Toda esta trayectoria conecta directamente con la lucha por el uso social del suelo público de la cárcel para la creación de viviendas de alquiler social, entre otras medidas propuestas por la asociación; el cierre del CIE y la apertura de un centro de memoria histórica en su lugar.
El acto concluyó con un animado debate en el que el público pudo compartir inquietudes, preguntas y reflexiones. La charla fue seguida de un picoteo que permitió continuar la conversación en un ambiente más distendido. La Casa de Barrio de Carabanchel volvió a convertirse en un espacio de encuentro y resistencia colectiva.
Para el Partido Comunista de los Trabajadores de España (PCTE) y los CJC, estos actos de reflexión sobre nuestra memoria no son solo un deber hacia el pasado, sino una herramienta imprescindible para construir el futuro. Por ello, se animó al conjunto de los asistentes a seguir organizándose en el barrio y secundar la concentración que han convocado los vecinos de Carabanchel el próximo 1 de febrero por el derecho a la vivienda.