Los días 27 y 30 de septiembre se celebró el debate de política general en el Parlament de Catalunya y a la cita acudió el presidente, Pere Aragonès, con el mismo libro de recetas que utilizó el Gobierno central: inversión de grandes cantidades de dinero público para compensar ligeramente, en el ámbito de consumo, las devastadoras consecuencias de la crisis económica actual, en un intento desesperado de levantar un muro de contención frente al malestar social.
Desde hace como mínimo cuatro años, tal y como ha analizado el Partido repetidamente, los diversos indicadores económicos apuntaban a la gestación de una nueva crisis económica. Algunos de estos indicadores eran: la reducción de las tasas de inversión de capital español en el extranjero, y, viceversa, de capital extranjero en el país; la progresiva aminoración del ritmo de crecimiento del PIB; la contracción paulatina del consumo y del crédito, y, como consecuencia, la acumulación de capital sobrante.
La llegada de la pandemia actuó como un catalizador de las dinámicas económicas ya existentes, forzando una parada de la economía. La recuperación, en cierta forma, del consumo después de los primeros meses de confinamiento en el año 2020 generó la ilusión de que la crisis era “pasajera” y de que se estaba produciendo una recuperación económica, pero nada más alejado de la realidad. El capitalismo necesita destruir fuerzas productivas que, lejos de ser inútiles para la sociedad, sí son inasumibles para un sistema basado en la anarquía de la producción y en la competencia.
La guerra en Ucrania es consecuencia, y no causa, de la continuidad de las condiciones de cisis. En una crisis que no hemos llegado a superar en ningún momento, porque de hecho aún no ha desplegado la totalidad de sus efectos devastadores, los capitalistas buscan mantener su tasa de ganancia a toda costa y la guerra imperialista es una de las manifestaciones de su voluntad de arrasar con todo y con todos para mantener su riqueza.
Se acerca un invierno muy frío, porque los trabajadores y las trabajadoras pasaremos frío, hambre y penurias. Es en este contexto que los gobiernos de la socialdemocracia, en Madrid y Barcelona, buscan desplegar una batería de medidas con el único objetivo de rebajar la tensión social en un intento desesperado de mantener la llamada paz social.
Con esta agenda se presentó Pere Aragonès en el Parlament en septiembre anunciando, por ejemplo, la ampliación de la T-Jove hasta los 30 años, la bonificación con 100 euros a las familias de rentas bajas con hijos entre infantil 3 y 4º ESO, una ayuda para pagar la factura de la luz y la extensión del bono de alquiler ya aplicado por el Gobierno central. En definitiva, la inversión de más de 300 millones de euros centrados en el ámbito de consumo, una partida que pretendía querer “aliviar” a las familias obreras pero que, en esencia, no significaba más que unas migajas absolutamente incapaces de cambiar la situación de raíz y que, a largo plazo, contribuirán también a la subida generalizada de precios debido a las leyes de la economía de mercado que Esquerra Republicana no puede ni quiere cuestionar por ser un partido que representa los intereses de la clase dominante.
Todas estas medidas quedaron eclipsadas durante el debate ante el anuncio de Junts per Catalunya de impulsar una “moción de confianza” a su propio Govern, del cual formaban parte. Este anuncio lo hizo el vicepresidente Jordi Puigneró, ante la sorpresa generalizada de los diputados de Esquerra Republicana, y abrió inmediatamente una crisis de Govern que ha desembocado en una consulta interna a Junts per Catalunya sobre la idoneidad de seguir en el ejecutivo. La votación ha significado el abandono de Junts de la Generalitat, después de que el 55% de su militancia votase esta opción.
La salida de Junts per Catalunya de la Generalitat abre un nuevo escenario en el que Esquerra Republicana se situará, previsiblemente, en el centro del tablero político, con un amplio margen de maniobra por pactar a derecha con Junts per Catalunya, las cuestiones más simbólicas y a izquierda con los Comunes y el PSC sobre todo, de una manera más conjuntural con la CUP, los presupuestos y otras cuestiones a lo largo de la legislatura.
Se augura, por tanto, un Govern que a pesar de estar en clara minoría en el Parlament será estable debido a su margen de maniobra, lo cual ya apuntan los nombramientos de consellers. Es necesario recordar que al nuevo ejecutivo se incorporan nombres del ámbito convergente (Carles Campuzano), socialista (Joaquim Nadal) y de los Comunes (Gemma Ubasart). Al mismo tiempo, el Govern pretende aprobar los presupuestos de 2023 sobre la base del borrador preparado por el ala más liberal de Junts per Catalunya, elaborados por Jaume Giró que, recordemos, había ocupado una destacable posición en La Caixa antes de dedicarse a la política.
En definitiva, el Govern dispondrá de las herramientas para organizar la respuesta de la burguesía a la crisis que todavía tiene que desplegar todos sus efectos negativos y lo hará cargando el peso de las consecuencias sobre los hombros de la clase obrera al mismo tiempo que intenta apaciguarla con medidas puntuales, pero de gran impacto mediático como las ya anunciadas en el Pleno de Debate de Política General de este mes de septiembre.
Como recambios de Esquerra Republicana, que se irá desgastando paulatinamente durante lo que queda de legislatura, el sistema contará con el PSC y, con un abanico de posibles pactos más complicado, con Junts per Catalunya. En todo caso, todas las fuerzas políticas seguirán gestionando la crisis a favor de los monopolios y en contra de la clase obrera encontrando, como lo han hecho hasta ahora, consensos en las líneas maestras de la actuación política durante la crisis.
La ruptura del Govern ERC-JxCat escenifica la debacle de un movimiento independentista que se encuentra claramente en momento de reflujo de las movilizaciones y de reconducción de las posiciones políticas hacia el autonomismo, como ya preveía nuestro Partido que pasaría desde 2017. Por el camino irán quedando y quedan los sectores más radicalizados dentro de ERC y, sobre todo, de Junts per Catalunya atizados sobre todo por los casos con penas de prisión y de multa que se están ejecutando y por los que todavía están pendientes en los tribunales.
También se queda por el camino y en una posición muy delicada la Esquerra Independentista que, recordemos, ha contribuido decisivamente a la formación y al sostenimiento de este gobierno burgués y del anterior bajo la bandera de la “patria”. En nombre de la patria, la Esquerra Independentista, comandada de facto por su pata parlamentaria, la CUP, ha estado colaborando durante años con los gestores del capital, hecho que empieza a pasarle factura internamente y que ya ha provocado estropicios en su sector juvenil, Arran. Sacudida por contradicciones políticas irreconciliables, típicas de las formaciones de la pequeña burguesía, la Esquerra Independentista está condenada a bascular periódicamente entre la gestión del capitalismo, debido a que no cuestiona las bases del poder burgués, y la “performance” política fruto de la presión de los militantes de base que provienen de luchas de masas en los barrios populares y que se ven defraudados por la política errática de este movimiento.
En un momento en el que la crisis todavía no ha desplegado la totalidad de sus efectos devastadores, la clase dominante se prepara para lanzar una ofensiva contra los derechos laborales y sociales de la clase obrera y lo hace mientras prepara medidas de distracción y también recambios políticos. En los márgenes sólo queda la gesticulación de fuerzas políticas de la llamada “izquierda radical” que no son capaces de ofrecer un horizonte claro de emancipación a nuestra clase.
La clase obrera tiene que ser capaz de superar los falsos dilemas, al tiempo que reagrupa sus fuerzas para organizar una contraofensiva. Esta contraofensiva sólo puede venir de los lugares donde trabaja y vive nuestra clase, sobre las bases de un programa político independiente y basado en el socialismo científico, que ponga en cuestión el poder de los monopolios y le contraponga su propio poder obrero. La solución a las crisis económicas no son las correcciones estéticas dentro del modo de producción capitalista, sino la completa abolición de éste y la edificación de una economía planificada de manera central y científica, que proceda a abolir la ley del valor y la anarquía de la producción.
Se hace urgente la reconstrucción del movimiento obrero y sindical en nuestro país con una orientación de clase y la organización de los obreros y las obreras alrededor de su Partido para convertir la barbarie y el sufrimiento que nos llevará la crisis en una oportunidad de luchar por nuestro futuro y el de las generaciones venideras.
¡Confiemos en nuestras propias fuerzas para organizar la contraofensiva!
Barcelona, 17 de octubre de 2022
Comité Nacional del PCTC
NOU GOVERN A CATALUNYA: LA CLASSE OBRERA NO POT QUEDAR ATRAPADA EN NOUS DILEMMES. CAL ORGANITZAR-SE ALS CENTRES DE TREBALL!
Els dies 27 i 30 de setembre es va celebrar el debat de política general al Parlament de Catalunya i a la cita hi va acudir el President, Pere Aragonès, amb el mateix llibre de receptes que fa servir el Govern central: inversió de grans quantitats de diners públics per a compensar lleugerament, en l’àmbit del consum, les devastadores conseqüències de la crisi econòmica actual, en un intent desesperat d’aixecar un mur de contenció enfront el malestar social.
Des de fa com a mínim quatre anys, tal i com ha analitzat el Partit repetidament, els diversos indicadors econòmics apuntàven a la gestació d’una nova crisi econòmica. Alguns d’aquests indicadors éren la reducció de les taxes d’inversió de capital espanyol a l’estranger i, viceversa, de capital estranger al país; la progressiva aminoració del ritme de creixement del PIB; la contracció paulatina del consum i del crèdit i, com a conseqüència, l’acumulació de capital sobrant.
L’arribada de la pandèmia va actuar com a accelerant de les dinàmiques econòmiques ja existents, forçant una frenada de l’economia. La recuperació, en certa forma, del consum després dels primers mesos de confinament al 2020 va generar la il·lusió de que la crisi era “passatgera” i de que s’estava produint una recuperació econòmica, però res més allunyat de la realitat. El capitalisme necessita destruir forces productives que, lluny de ser inútils per a la societat, sí són inassumibles per a un sistema basat en l’anarquia de la producció i en la competència.
La guerra a Ucraïna és conseqüència, i no causa, de la continuitat de les condicions de crisi. En una crisi que no hem arribat a superar en cap moment, perquè de fet encara no ha desplegat la totalitat dels seus efectes devastadors, els capitalistes busquen mantenir la seva taxa de guanys a tota costa i la guerra imperialista és una de les manifestacions de la seva volunta d’arrassar amb tot i amb tothom per a mantenir la seva riquesa.
S’apropa un hivern molt fred, perquè els treballadors i les treballadores passarem fred, gana i penúries. És en aquest context que els Governs de la socialdemocràcia, a Madrid i a Barcelona, busquen desplegar una bateria de mesures amb l’únic objectiu de rebaixar la tensió social en un intent desesperat de mantenir l’anomenada pau social.
Amb aquesta agenda es va presentar Pere Aragonès al Parlament al setembre anunciant, per exemple, l’ampliació de la T-Jove fins als 30 anys, la bonificació amb 100 euros a les famílies de rendes baixes amb fills entre infantil 3 i quart d’ESO, un ajut per pagar la factura de la llum i l’extensió del bo al lloguer ja aplicat pel Govern central. En definitiva, la inversió de més de 300 milions d’euros centrats en l’àmbit del consum, una partida que pretenia voler “alleujar” a les famílies obreres però que, en essència, no significava més que unes engrunes absolutament incapaces de canviar la situació d’arrel i que, a llarg termini, contribuiran també a la pujada generalitzada de preus degut a les lleis de l’economia de mercat que Esquerra Republicana no pot ni vol qüestionar per ser un partit que representa els interessos de la classe dominant.
Totes aquestes mesures, però, van quedar eclipades durant el debat davant l’anunci de Junts per Catalunya d’impulsar una “moció de confiança” al seu propi Govern, del qual formàven part. Aquest anunci el va fer el vicepresident Jordi Puigneró, davant la sorpresa generalitzada dels diputats d’Esquerra Republicana, i va obrir immediatament una crisi de Govern que ha desembocat en una consulta interna a Junts per Catalunya sobre la idoneitat de seguir en l’executiu. La votació ha significat l’abandonament de Junts de la Generalitat, després de que el 55 % de la seva militància votés aquesta opció.
La sortida de Junts per Catalunya de la Generalitat obre un nou escenari en el que Esquerra Republicana es situarà, previsiblement, en el centre del tauler polític, amb un ample marge de maniobra per pactar a dreta, amb Junts per Catalunya, les qüestions més simbòliques i a esquerra, amb els Comuns i el PSC sobretot, d’una manera més cojuntural amb la CUP, els pressupostos i d’altres qüestions al llarg de la legislatura.
S’augura, per tant, un Govern que tot i estar en clara minoria al Parlament serà estable degut al seu marge de maniobra, al qual ja apunten els nomenaments de consellers. Cal recordar que al nou executiu s’hi incorporen noms de l’àmbit convergent (Carles Campuzano), socialista (Joaquim Nadal) i dels Comuns (Gemma Ubasart). Al mateix temps, el Govern pretén aprovar els pressupostos de 2023 sobre la base de l’esborrany preparat per l’ala més lliberal de Junts per Catalunya, el·laborats per Jaume Giró que, recordem, havia ocupat una destacable posició a La Caixa abans de dedicar-se a la política.
En definitiva, el Govern disposarà de les eines per a organitzar la resposta de la burgesia a la crisi que encara ha de desplegar tots els seus efectes negatius i ho farà carregant el pes de les conseqüències sobre les espatlles de la classe obrera al mateix temps que intenta apaivagar-la amb mesures puntuals però de gran impacte mediàtic com les ja anunciades en el Ple de Debat de Política General d’aquest mes de setembre.
Com a recanvis d’Esquerra Republicana, que s’anirà desgastant paulatinament durant el que queda de legislatura, el sistema comptarà amb el PSC i, amb un ventall de possibles pactes més complicat, amb Junts per Catalunya. En tot cas, totes les forces polítiques seguiran gestionant la crisi a favor dels monopolis i en contra de la classe obrera trobant, com ho han fet fins ara, consensos en les línies mestres de l’actuació política durant la crisi.
La ruptura del Govern ERC-JxCat escenifica la debacle d’un moviment independentista que es troba clarament en moment de reflux de les mobilitzacions i de reconducció de les posicions polítiques cap a l’autonomisme, com ja preveia el nostre Partit que passaria des del 2017. Pel camí aniran quedant i queden els sectors més radicalitzats dins d’ERC i, sobretot, de Junts per Catalunya atiats sobretot pels casos amb penes de presó i de multa que s’estan executant i pel que encara estan pendents als tribunals.
També es queda pel camí i en una posició molt delicada l’Esquerra Independentista que, recordem, ha contribuït decisivament a la formació i al sosteniment d’aquest Govern burgès i de l’anterior sota la bandera de la “pàtria”. En nom de la pàtria, l’Esquerra Independentista, comandada de facto per la seva pota parlamentària, la CUP, ha estat col·laborant durant anys amb els gestors del capital, fet que comença a passar-li factura internament i que ja ha provocat trencadisses al seu sector juvenil, Arran. Sacsejada per contradiccions polítiques irreconciliables, típiques de les formacions de la petita burgesia, l’Esquerra Independentista està condemnada a bascular periòdicament entre la gestió del capitalisme, degut a que no qüestiona les bases del poder burgès, i la “performance” política fruit de la pressió dels militants de base que provenen de lluites de masses als barris populars i que es veuen defraudats per la política erràtica d’aquest moviment.
En un moment en què la crisi encara no ha desplegat la totalitat dels seus efectes devastadors, la classe dominant es prepara per llençar una ofensiva contra els drets laborals i socials de la classe obrera i ho fa mentre prepara mesures de distracció i també recanvis polítics. En els marges només queda la gesticulació de forces polítiques de l’anomenada “esquerra radical” que no són capaces d’oferir un horitzó clar d’emancipació a la nostra classe.
La classe obrera ha de ser capaç de superar els falsos dilemmes, al temps que reagrupa les seves forces per organitzar una contraofensiva. Aquesta contraofensiva només pot venir dels llocs on treballa i viu la nostra classe, sobre les bases d’un programa polític independent i basat en el socialisme científic, que posi en qüestió el poder dels monopolis i li contraposi el seu propi poder obrer. La solució a les crisis econòmiques no són les correccions estètiques dins del mode de producció capitalista, sinó la completa abolició d’aquest i la bastida d’una economia planificada de manera central i científica, que aboleixi la llei del valor i l’anarquia de la producció.
Es fa urgent la reconstrucció del moviment obrer i sindical al nostre país amb una orientació de classe i l’organització dels obrers i les obreres al voltant del seu Partit per a convertir la barbàrie i el patiment que ens portarà la crisi en una oportunitat de lluitar pel nostre futur i el de les generacions venideres.
Confiem en les nostres pròpies forces per a organitzar la contraofensiva!
Barcelona, 17 d’octubre de 2022
Comitè Nacional del PCTC