La Navidad se acerca y llegan los discursos vacíos de todos los años en los que se habla de prosperidad y bonanza, en los que se fomenta el consumismo y en los que nunca se habla de nuestros problemas reales: para la clase obrera salmantina se acerca la Navidad en forma de pérdida de poder adquisitivo, de aumento de paro, de despoblación y de empeoramiento de las condiciones de vida en general; en definitiva, nuestra provincia se desangra por sus cuatro costados, y no hay ejemplo más claro que el actual.
Durante las últimas semanas estamos viendo cómo las medidas del gobierno socialdemócrata para paliar la crisis y la subida de los precios se muestran completamente insuficientes. Y esto se ve agravado por el modelo productivo instaurado en nuestra ciudad -enfocado fundamentalmente a hostelería, comercio y turismo-, que se muestra como un fracaso una vez más: con los datos del mes de noviembre se suman cinco meses consecutivos de subida del paro, siendo el sector servicios el que más desempleados suma. En este contexto, los trabajadores y las trabajadoras salmantinas solo encontramos dos alternativas: empleos precarios y temporales (que a duras penas permiten tener un proyecto de vida), o abandonar nuestra tierra en busca de algo mejor.
Una de las consecuencias de esta situación es la constante pérdida de población que venimos sufriendo las últimas décadas. Pero no solo en la capital, donde se disimula algo más, sino en el conjunto de la provincia, donde es una tendencia que se consolida a pasos agigantados. Hace unos días, tanto Béjar como Ciudad Rodrigo (ambas cabeceras comarcales históricas de la provincia) eran noticia por ser dos de las localidades de más de 10.000 habitantes que más población pierden. En las zonas rurales es donde más se nota la falta de oportunidades laborales y las enormes deficiencias en los servicios más básicos, como es el caso de la sanidad, con falta de personal, infraestructuras en mal estado, cobertura de urgencias insuficiente, etc.
Ni siquiera encontramos alternativas de ocio y culturales para los trabajadores. En Salamanca, el barrio obrero de Puente Ladrillo lleva luchando meses por algo tan básico como una biblioteca decente. Parece que el Ayuntamiento de la “Ciudad de la Cultura” en la práctica sí entiende las actividades culturales como una cuestión de clase, ya que no mueve un dedo por mejorar esta situación. Esta es otra muestra más de cuál es la oferta de ocio real para la clase obrera: mientras el Ayuntamiento pone la ciudad al servicio de la patronal de la hostelería -con la Nochevieja Universitaria como claro ejemplo- los barrios obreros y la clase obrera salmantina cada día tienen más difícil acceder a una oferta cultural y de ocio atractiva.
La Navidad se acerca mientras nuestra provincia y sus trabajadores se desangran. Frente a sus discursos vacíos y biempensantes de todos los años, debemos dejar bien claro el discurso del Partido Comunista: la burguesía de Salamanca está más organizada y fuerte que nunca en sus asociaciones, sus partidos y sus instituciones. Es momento de organizarnos en nuestros barrios, en nuestros pueblos, en nuestros centros de trabajo y de estudios; de organizarnos en sindicatos, organizaciones vecinales y estudiantiles y en el Partido y la Juventud Comunista para revertir esta situación y conseguir, por fin, una Salamanca para la clase obrera.