Recientemente, conocíamos la noticia de que Phone&Fun dejaba a deber a sus trabajadores media nómina de agosto. Pocos días después, la empresa anunciaba su intención de entrar en concurso de acreedores de cara a la liquidación, intentando instalar en la plantilla un espíritu de resignación y de confianza en que todo acabará en el FOGASA. La propuesta de los capitalistas que la dirigen es, sencillamente, que los trabajadores esperen sentados y sin molestar, mientras ellos, que se han enriquecido a lo largo de estos años, huyen a bolsillos llenos.
Por suerte, los trabajadores de Phone&Fun saben que si la empresa ha funcionado ha sido gracias a ellos, y por tanto son ellos quienes están en condiciones de determinar su futuro. Lejos de asumir con pesimismo la decisión criminal de los dueños, parece que empieza a circular la intención de actuar. Precisamente eso es lo necesario en estas situaciones: actuar de manera organizada, unificando a toda la plantilla y usando todas las herramientas de las que históricamente dispone la clase trabajadora, desde las propias estructuras sindicales y el comité de empresa a las medidas de presión como paros, concentraciones, manifestaciones, apariciones en prensa, difusión de comunicados por redes sociales o cualquier otra que consideren ejecutar. Incluso en el peor de los casos, si la empresa acabara cerrando, las condiciones de indemnización y recolocación de los trabajadores no serían las mismas si, previamente, han luchado que si no lo han hecho. Si no actuamos ante las amenazas de despido, ¿qué garantía podemos tener de que en la siguiente empresa para la que trabajemos no suceda lo mismo?
A fin de cuentas, la experiencia demuestra que nadie nos regala nunca nada: basta ver cómo, a pesar de que el Gobierno se ha empeñado en vendernos que la reforma laboral venía a acabar con la temporalidad y la precariedad laboral, las condiciones laborales han seguido siendo vergonzosas. Ya antes del impago de agosto, los salarios del sector de los contact center eran míseros y, en un contexto de subida de precios, apenas dan para pagar el alquiler, la cesta de la compra, las facturas o la gasolina. En cambio, luchar ahora por defender nuestros puestos de trabajo no supondrá solo un intento más de no pasar por el paro, sino también la garantía de que en el resto del sector se difunda la idea de que es necesario mejorar nuestras condiciones de vida. De hecho, la situación no es exclusiva de Phone&Fun: los compañeros de Digitex llevan también un tiempo luchando, incluso por vía judicial, para evitar los despidos encubiertos bajo la forma de traslados forzosos a Jaén y Barcelona.
Por todo ello, el PCTE manifiesta su plena solidaridad con las y los trabajadores de Phone&Fun, oponiéndonos al cierre, y por ello apoyaremos las diferentes protestas que el conjunto de la plantilla decida legítimamente emprender. Animamos a los compañeros y compañeras a ir a por todas. Porque la única lucha en la que no se puede ganar es aquella en la que no se participa, ¡defendamos nuestros empleos!
¡No al cierre de Phone&Fun!
¡Con nuestro pan no se juega!