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Contribución del PCTE a la teleconferencia de la ACE

28 de septiembre de 2024

Estimados camaradas:

La particular preocupación de los comunistas por su trabajo entre la juventud responde a la necesidad política fundamental de preservar y desarrollar, a través de las generaciones militantes, el Partido y su influencia en el movimiento de masas. En el desarrollo histórico, en los más de cien años de experiencia del movimiento juvenil comunista internacional, así como en las distintas experiencias nacionales, podemos encontrar valiosos aprendizajes que hoy nos ayudan a profundizar y definir los principios de nuestro trabajo político entre la juventud. A tal fin, como anexo al Manifiesto Programa, el PCTE y los CJC contamos con el documento El papel de la Juventud comunista en la preparación de la Revolución Socialista, material de carácter estratégico en que se definen las tareas específicas de nuestra organización juvenil en el proceso revolucionario.

  1. Historia y fundamento de las organizaciones juveniles comunistas como «escuelas de cuadros»

La preocupación por el trabajo entre la juventud es una constante en la historia de nuestra tradición política. Ya a principios del siglo XX, en contexto de creciente militarismo y represión al movimiento obrero, la II Internacional comenzó a promover los primeros movimientos socialistas específicamente para la juventud. La Unión Internacional de Juventudes Socialistas (UIJS) se conforma como rama juvenil de la II Internacional. El estallido de la guerra en 1914 y la traición del oportunismo acelera el deslinde de campos entre socialdemocracia y comunismo; y los mejores jóvenes socialistas toman parte por la formación de un camino independiente y separado del inmovilismo de la II Internacional.

Apenas dos años después, la Gran Revolución Socialista de Octubre rompe el hielo abriéndose el periodo de las revoluciones proletarias. El Komsomol (UJCR) nace como unión de las múltiples expresiones juveniles ligadas al Partido Bolchevique, y ejerce con su ejemplo una notable influencia en el movimiento juvenil comunista internacional.

La guerra imperialista intensifica el abismo entre los partidos socialdemócratas y sus juventudes. Los jóvenes proletarios, afectados por las condiciones de explotación y la movilización forzosa, muestran un amplio rechazo a la guerra; y las juventudes socialistas, más receptivas al bolchevismo, se convierten en lugar de agrupamiento de fuerzas revolucionarias. Esto hizo que en las relaciones entre partidos y juventudes se concretara una forma particular de la batalla general entre reforma y revolución, entre socialdemocracia y comunismo. Sin embargo, esto fue precondición de los iniciales errores en la caracterización de las organizaciones juveniles comunistas, algunos de los cuales siguen encontrando expresión política hoy en día.

Las posiciones que defendían la independencia de las organizaciones juveniles con respecto de los partidos comunistas crecieron por dos causas: la primera, el carácter de lugar de agrupamiento revolucionario que ejercían las juventudes, y la segunda, por la absoluta autonomía respecto a los partidos socialistas durante el proceso de deslinde ideológico.

La Internacional Juvenil Comunista, la sección juvenil de la Internacional Comunista  (IC) constituida en 1919 a partir de la UIJS, rechazó esta idea y se pronunció a favor de la dirección de las organizaciones juveniles por parte de los partidos comunistas. Aparecieron también las divergencias entre las posiciones «vanguardistas» y «masistas». Ambas fueron incapaces de comprender el papel particular que cumple la Juventud Comunista en el proceso revolucionario, puesto que ni es un partido juvenil, ni una estructura de masas equiparable al resto de organizaciones que estructuran la alianza social. Este debate había sido resuelto con anterioridad en el Komsomol, que concluyó el carácter de «escuela de cuadros» de las organizaciones juveniles comunistas. En su III Congreso, la IC terminó de unificar y esclarecer la relación de los partidos con las juventudes, así como el papel particular que cumplen las juventudes en el proceso revolucionario: «son los partidos comunistas los que asumen para sí el papel de vanguardia que habían desempañado los jóvenes (…) La tarea actual de la juventud consiste en reunir a los jóvenes obreros, educarlos en el espíritu comunista y conducirlos a las primeras filas de la batalla comunista».

Esta fundamentación de las organizaciones juveniles como escuela y correa de transmisión de la política comunista entre las masas juveniles se deriva de la teoría leninista del partido de nuevo tipo y, en consecuencia, de la dialéctica de la revolución en la época del capitalismo monopolista. El partido de nuevo tipo recuperó una concepción revolucionaria del proceso hacia la toma del poder del proletariado, desarrollando las tesis que expusieron Marx y Engels sobre la importancia del partido político independiente de la clase obrera. La Juventud Comunista es la extensión de ese partido entre la juventud obrera y de extracción popular. Por eso no es un partido juvenil: su carácter y actuación de vanguardia lo es en tanto está encaminada a elevar políticamente a las masas juveniles. Este papel, además de una necesidad en el proceso revolucionario, conforma un elemento esencial del aprendizaje de los futuros cuadros del Partido.

El carácter de escuela implica que las fronteras de la organización juvenil comunista son algo menos robustas que las del Partido. Esto se debe también a que se interviene sobre un sector de la clase obrera que se encuentra en formación y constitución como sujetos sociales y que tiene menos asumida como prejuicio la ideología burguesa. Como señalaba la III Internacional: «Debido a su situación económica y a características psicológicas particulares, la juventud obrera es más fácilmente accesible a las ideas comunistas». Sin embargo, los sectores juveniles también son más permeables a las tendencias ideológicas burguesas del momento y tienen menos experiencia en la lucha de clases. Esto exige de la combinación de un criterio más amplio de organización con una insistencia mayor en la centralidad del aprendizaje, entendido como un proceso combinado de estudio y participación activa en el combate clasista.

  1. Los CJC como escuela de cuadros del PCTE

Todo lo anterior configura los criterios históricos y político-ideológicos en los que se funda la relación del PCTE con nuestra organización juvenil: los CJC. La juventud comunista es una organización de combate, que aprende al calor y en relación a la participación activa en el seno de la lucha de clases. Tanto el estudio teórico como el aprendizaje práctico están definidos por la dirección del Partido, que establece el sistema de formación del conjunto del proyecto, así como las directrices políticas y la orientación general actualizada a la coyuntura para la intervención de masas entre el conjunto de la clase obrera y los sectores populares.

Aunque no existe una independencia organizativa entre la Juventud y el Partido, por razones de educación y de funcionalidad política, los CJC se dotan de una estructura autónoma que se rige por el centralismo democrático. No obstante, existe una sólida vinculación orgánica entre ambas organizaciones. La Juventud participa en la vida política del Partido, y el Partido ayuda a la Juventud Comunista a todos los niveles. La colaboración entre Partido y Juventud aspira a ser lo más estrecha y, aunque marcada por el carácter dirigente del Partido, se trata de una dirección que no es paternalismo ni imposición autoritaria, sino enseñanza y apoyo camaraderil.

Durante los próximos años, aspiramos a profundizar en el modelo de organización juvenil y sus relaciones con el Partido de forma funcional al desarrollo de sus tareas de intervención y elevación entre los sectores juveniles de la clase.

  1. Las tareas de la juventud comunista en la organización de la revolución socialista: el trabajo comunista entre la juventud

Como decíamos, la Juventud Comunista aspira a ser una garantía del proceso constante de rejuvenecimiento del movimiento revolucionario de masas y su creciente preparación para el asalto del poder. A tal fin interviene en los espacios de vida, estudio y trabajo de la juventud, buscando elevar las capacidades políticas y organizativas de los hijos e hijas de la clase obrera. Su función es preparar el factor subjetivo en condiciones no revolucionarias, dotando a esta preparación de una cobertura organizativa e institucional. Es decir, fomentar desde su vertiente juvenil la constitución de la alianza social que en condiciones revolucionarias conforme un frente obrero y popular en disposición de derrocar la dictadura capitalista e instaurar la dictadura del proletariado.

La clase obrera es la fuerza dirigente de la revolución y su articulación solo se puede garantizar convirtiendo los centros de trabajo en el epicentro del movimiento revolucionario y las nuevas instituciones revolucionarias nacidas de la lucha obrera y popular. El PCTE no apuesta por establecer diferencias organizativas entre el movimiento obrero adulto y movimiento obrero juvenil, pero la clase obrera joven está atravesada por una serie de particularidades que exigen un trabajo específico para su organización en el ámbito productivo. La juventud obrera es parte del ejército industrial de reserva y como tal es utilizada en contra del conjunto de la clase para rebajar los salarios y las condiciones laborales. Eso implica que sus condiciones de explotación son más agudas. Además, la actualización de las formas de explotación ha alejado significativamente a los jóvenes de la participación sindical. Por ello, los CJC desarrollan un trabajo prioritario y constante hacia la juventud obrera y los centros de trabajo, preocupándose por aumentar la composición proletaria de sus filas.

El otro frente prioritario de intervención es el movimiento estudiantil, donde se busca fomentar el asociacionismo y la militancia de los jóvenes durante su periodo de formación y combatir directamente la reproducción ideológica del capitalismo que encuentra en la educación una vía fundamental. En España, los CJC intervienen en los distintos niveles de estudio, en los institutos, facultades universitarias, centros de formación profesional, etc., alentando la organización en el Frente de Estudiantes, dirigiendo la acción hacia el combate político, ampliando las fronteras del movimiento estudiantil revolucionario, generando vías de participación, lucha y deliberación de las masas y promoviendo la máxima unidad con el conjunto del movimiento obrero. La intervención en el movimiento estudiantil no es solo una garantía de preparación de las futuras generaciones obreras, sino además un espacio esencial para forjar la alianza social de la clase obrera con los sectores populares oprimidos.

La juventud comunista ha de intervenir también de manera planificada en otros espacios y ámbitos de la vida social o en diferentes movimientos y luchas de masas, como el ámbito vecinal, la solidaridad internacional o la lucha de las mujeres trabajadoras, sumando a los jóvenes a dichos combates y organizaciones como expresiones particulares de la lucha general y unitaria dirigida por el Partido. También interviene en las asociaciones deportivas, de ocio y tiempo libre y artísticas en las que participa la juventud; así como desarrolla sus propias iniciativas y espacios para la promoción de nuevas formas culturales y de relación interpersonal. En el caso de los CJC, el Campamento de la Juventud configura un eje central en esta política de generación de espacios alternativos a las formas de ocio, relación y expresión cultural del capitalismo.

  1. Aprendices del presente, artífices del mañana

Camaradas:

En síntesis, las tareas específicas de los partidos comunistas hacia y entre la juventud nacen del reconocimiento de las particularidades, límites y potencialidades de este sector de la clase que exigen atenciones particulares en el proceso de construcción de la alianza social. Estas tareas implican la preocupación de los partidos por la conformación y desarrollo de organizaciones juveniles comunistas que sean expresión juvenil del mismo proyecto revolucionario; y cuyo elemento diferencial respecto del destacamento de vanguardia sea por tanto su carácter de escuela.

Tener una Juventud Comunista fuerte, enraizada en los centros de trabajo, de estudio y vecindarios; que aplica con diligencia la política del Partido a la realidad juvenil, y que entiende la importancia del aprendizaje revolucionario para desarticular y frenar toda ideología burguesa y concebir el mundo desde tempranas edades desde la cosmovisión revolucionaria; es la mayor garantía de que en cada nueva generación se amplía la influencia del comunismo y que el Partido se fortalece con cuadros ya forjados en el calor de la lucha revolucionaria.