Los pueblos se enfrentan hoy al constante peso del medio ambiente y el clima que generarán enormes consecuencias para la humanidad en las próximas generaciones. Sin embargo, los distintos acuerdos inter-capitalistas, como el Acuerdo de París de 2016 sobre calentamiento global, reflejan las necesidades y objetivos del capitalismo, no del pueblo trabajador. La UE y sus gobiernos promueven su propia agenda sobre el llamado desarrollo verde como solución a la crisis capitalista. El denominado “comercio de derechos de emisión” expone el cinismo de los capitalistas e intenta legitimar la contaminación bajo pago de los grupos empresariales para seguir contaminando y aumentando todos los efectos nocivos sobre el medio ambiente.
El capitalismo financia el llamado “crecimiento verde” con ingentes cantidades de dinero arrebatadas al pueblo trabajador y recaudó en la UE los “fondos de recuperación” y el “fondo para la transición justa”, usándolos para reestructurar la producción de una forma supuestamente respetuosa con el medio ambiente, mientras que el objetivo de los monopolios es integrar las nuevas tecnologías en la producción basándose en el criterio único de sus beneficios y la intensidad de la explotación de los trabajadores, intentando a la vez desorientarlos y manipularlos. La práctica ha demostrado que el sistema capitalista es responsable de la explotación de los trabajadores, la pobreza, el desempleo y el empeoramiento de las condiciones de vida con el fin de captar un incesante beneficio. El desarrollo capitalista basado en el beneficio conduce a la destrucción del entorno natural y sus recursos, distorsionando lo que se considera calidad de vida.
Además, el capitalismo alude a la responsabilidad individual en la protección del medio ambiente. El consumo «respetuoso con el medio ambiente” se convierte en otra carga para el pueblo trabajador en una vida cotidiana ya agotadora, aumentando los llamados impuestos y tasas “verdes”. En realidad, hasta la producción “más verde” —como la llamada “economía digital”— saca a la venta cierto tipo de bienes y empuja al pueblo trabajador por todos los medios para que los compre a un precio incluso superior.
El socialismo, con la economía planificada central y el criterio de satisfacer las necesidades populares, da al pueblo trabajador el poder y las posibilidades prácticas para proteger el medio ambiente.
La Iniciativa Europea de Partidos Comunistas y Obreros resalta que sólo con el socialismo, con un socialismo que respalde la responsabilidad de detener la devastación de nuestro mundo, de construir una economía realmente a favor de la protección ambiental, puede dar al pueblo trabajador del mundo la posibilidad de crear una vida sostenible y saludable.
Los partidos comunistas afrontan la tarea de poner esta consciencia y la preocupación popular en contexto en la cada vez mayor destrucción del medio ambiente y vincularlo a la lucha contra los monopolios, el capitalismo y la necesidad de derrocarlo.
Luchamos por una sociedad socialista, en la que el poder esté en manos de la clase obrera y la economía planificada opere en base a la producción en constante expansión, por el respeto y la protección del medio ambiente, por los intereses y la satisfacción de las necesidades obreras y populares, y no cargando los beneficios sobre las vidas y la salud de los pueblos y las generaciones futuras.
La Iniciativa Comunista Europea saluda la lucha de los trabajadores de Europa por:
- Los proyectos de control de inundaciones, contra terremotos y contra incendios.
- Por la protección de los bosques y acuíferos, contra la privatización y comercialización del agua.
- Contra el cambio de usos del suelo.
- Contra la destrucción del entorno natural en la instalación de turbinas eólicas y paneles solares.
- Contra la cancerígena incineración de residuos (combustibles derivados de residuos – combustibles sólidos recuperados) y otros combustibles “alternativos” peligrosos, como el coque de petróleo.
- Contra los nuevos impuestos “ambientales”.
- Contra la comercialización de costas y playas.