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El 8 de marzo fue proclamado como Día Internacional de la Mujer Trabajadora por la II Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas, celebrada en Moscú en junio de 1921.

Las mujeres trabajadoras viven en un mundo de explotación y desigualdad, trabajo expropiado, bajos salarios y trabajo precario y social devaluado. Se enfrentan a la pobreza, la discriminación, el acoso, problemas en el acceso a la sanidad y se ven obligadas a confrontar las duras consecuencias de los repetidos ataques a la seguridad social y la ausencia de instalaciones de cuidado infantil propiamente dichas y gratuitas.

La violencia en cada aspecto de la vida, incluyendo las relaciones interpersonales o las relaciones dentro de la familia, somete a las mujeres y niñas al daño y sufrimiento físicos, sexuales o psicológicos mientras que el feminicidio es una realidad diaria que afrontan las mujeres. Millones de ellas se ven obligadas a vivir sin protección de la maternidad ni del cuerpo femenino o bajo leyes que restringen severamente o prohíben por completo los derechos reproductivos. Las mujeres siguen muriendo por causas relacionadas con el embarazo y el parto que podrían evitarse por completo con una atención adecuada.

El imperialismo tiene un impacto devastador en las vidas y derechos de las mujeres. A nivel mundial, las sanciones, las intervenciones y la guerra, la violencia, el desplazamiento, la migración, la crisis climática y la destrucción ambiental, la pobreza, la explotación económica, el trabajo forzoso y no remunerado, las relaciones laborales flexibles, el sexismo, el racismo, la falta de acceso a la educación, a la sanidad y a los medios para mantener una vida digna asolan las vidas de las mujeres trabajadoras pobres.

Millones de personas se ven obligadas a desplazarse o convertirse en refugiados de guerra. En Gaza, de todas las muertes masivas recientes infligidas por la guerra genocida de Israel, aproximadamente el 70% son mujeres y niños.

Mientras que los hombres y las mujeres pueden ser víctimas del tráfico de personas, las mujeres y las niñas se ven afectadas de manera desproporcionada y constituyen la amplia mayoría de víctimas sometidas al tráfico por explotación sexual. Las causas del tráfico surgen de las condiciones de la explotación capitalista e incluyen la pobreza, la guerra y el desplazamiento.

Expresamos nuestra solidaridad con las mujeres que experimentan las consecuencias de la violencia estatal, las visiones oscurantistas, las prácticas anacrónicas, la discriminación económica y social, las que viven en países como Afganistán o Irán, pero también las que son refugiadas y migrantes en los países de la UE. Estas prácticas inaceptables y la justa indignación que provoca en mujeres se están utilizando para promover los planes imperialistas.

La Revolución socialista de octubre dio lugar a una nueva visión y perspectiva para la emancipación e independencia de las mujeres. Las primeras mujeres comunistas dejaron claro en su comprensión que las mujeres trabajadoras solo pueden ganar su liberación luchando por el socialismo, y que la lucha para conseguir la igualdad política para las mujeres proletarias es parte inseparable de la lucha de clases general del proletariado.

Desde el principio, las mujeres comunistas se expresaron con firmeza contra la guerra imperialista y a favor de que los pueblos vivan en paz.

El Día Internacional de la Mujer sigue siendo una oportunidad para que los comunistas evalúen los desafíos contemporáneos que enfrentan las mujeres trabajadoras y para recordar sus luchas y conquistas.

La contradicción fundamental entre los que poseen los medios de producción y los trabajadores, hombres y mujeres, que producen la riqueza al vender su fuerza de trabajo sigue siendo  una característica definitoria del capitalismo. La opresión y explotación de las mujeres no puede abstraerse de la realidad material de la clase en una sociedad capitalista. La lucha de clases sigue siendo el motor del cambio social, y solo el socialismo ofrece la perspectiva de la emancipación de la humanidad, incluyendo la liberación de las mujeres.

La realidad declarada en la Conferencia de Moscú en 1921 sigue estando vigente. Solo el socialismo-comunismo puede salvar a la humanidad, solo el socialismo-comunismo garantiza a las mujeres y a la clase obrera la emancipación de su prolongada esclavitud y opresión.