Ástor García en Contrainformación | 5 de noviembre, 2019
Estamos ante una nueva cita electoral concebida para tratar de conseguir un gobierno capitalista estable y capaz de ejecutar nuevos ataques contra la mayoría trabajadora. Los malos datos económicos a nivel mundial insinúan que una nueva crisis capitalista está a la vuelta de la esquina y los capitalistas españoles no quieren gobiernos que se enzarcen en peleas por el relato o que tengan complejos a la hora de robarnos más derechos a los trabajadores. Las cosas empiezan a ponerse serias y no están para tonterías.
Así que vuelve el circo electoral y, como siempre que vuelve un circo, vuelven con él los payasos, los funambulistas y los ilusionistas. De todo tenemos en el escenario electoral, y todos ellos se esfuerzan por llamar tu atención y decirte que lo único posible es lo que ellos prometen, aunque sus promesas se parezcan mucho entre sí. Te piden que les votes para hacer realidad sus propuestas, que obedecen a un único interés: perpetuar un sistema capitalista que es la verdadera causa de los problemas que tienes como trabajador o trabajadora.
Elegirles a ellos es elegir lo posible. Se gastan mucho dinero y esfuerzo en hacer pasar por irrealizables, por imposibles o por utópicas todas las propuestas que van dirigidas a desvelar el verdadero origen de los problemas laborales y sociales, y pretenden hacernos pensar que no hay más alternativa que retocar y maquillar el capitalismo. Nos quieren convencer de que, dejando en sus manos la gestión del capitalismo, nuestras vidas mejorarán, porque ellos son expertos y nosotros no. Y en poco tiempo vemos cómo sus promesas y sus políticas se vienen abajo, se olvidan, se convierten en humo.
Frente a las falsas ilusiones, frente a las promesas vacías, frente a más capitalismo, está lo que realmente necesita la mayoría trabajadora, que no es otra cosa que tomar las riendas de su propia vida, de su propio país, construir desde los centros de trabajo, los centros de estudio, los barrios y los pueblos una alternativa completa y radical al orden económico y social existente.
Nos dirán que no es posible, claro está. Y no lo es si se mira desde los estrechos márgenes de quienes únicamente aspiran a gestionar el capitalismo o de quienes hace tiempo renunciaron a cualquier aspiración revolucionaria para encontrar acomodo en los despachos. Pero sea posible o no a los ojos de los que ejecutan agresiones constantes contra la clase obrera, contra los pensionistas o contra la juventud trabajadora y estudiante, muchos sabemos que es necesario.
Lo necesario es levantar un país completamente distinto: un país para la clase obrera, en el que los intereses que gobiernen sean los de la mayoría trabajadora.
Porque hoy nuestro país no es verdaderamente nuestro. Pertenece a los grandes capitalistas, a los señoritos latifundistas, a las grandes empresas extranjeras que, junto con las de aquí, saquean nuestros recursos y a nuestro pueblo. Pertenece a la Unión Europea y a la OTAN. Pertenece a las potencias que ocupan parte de nuestro territorio con bases militares desde las que bombardean a otros pueblos y con paraísos fiscales en los que se ocultan fortunas que forman parte de la inmensa riqueza robada sistemáticamente a los trabajadores y trabajadoras.
Cada día somos más los que queremos que nuestro país sea verdaderamente nuestro. De quienes generamos la riqueza de la que otros se apropian. De quienes, seamos de donde seamos, hablemos la lengua que hablemos, nos sintamos como nos sintamos, estamos unidos por el nexo más fuerte que existe, más indiscutible que existe: el de pertenecer a la misma clase social. Somos los explotados, los que vivimos de nuestro trabajo. No somos los que explotamos a otros ni los que vivimos del trabajo de otros.
Por ello lo necesario, para nuestro pueblo, es más organización. Unirnos en los lugares de trabajo, en los barrios y localidades, frente a quienes nos roban el futuro. Lo necesario, para nuestro pueblo, es más lucha. Que nuestra unión sea para hacer valer nuestros intereses frente a los de los explotadores.
Elegir lo posible supone seguir sosteniendo a este sistema. Por eso es hora de elegir lo necesario.