El Buró Político del Partido Comunista de los Trabajadores de España (PCTE), tras la reunión de su IX Pleno, emite la siguiente resolución:
La ralentización del ciclo de crecimiento capitalista que prosiguió a la última crisis es una realidad incontestable. A pesar de que los portavoces de los organismos y gobiernos capitalistas se esfuerzan en afirmar que la actual situación de “desaceleración” no corre el riesgo de convertirse en una crisis, los datos macroeconómicos que se van conociendo expresan cada vez con mayor claridad que el crecimiento capitalista es sumamente débil y que existen multitud de factores que podrían acelerar el estallido de una nueva crisis en los próximos años.
Mientras las tasas de crecimiento del PIB mundial están teniendo un menor incremento que en los períodos posteriores a las crisis previas a la de 2008, los Índices de Producción Industrial siguen su paulatina caída en potencias como EE. UU., China o Alemania. También en España, donde los continuos recortes en las expectativas de crecimiento para 2019 y 2020 se suman al anuncio de una constante caída tanto en la inversión como en el gasto públicos para ese período, acompañados por una significativa subida de precios prevista para 2020.
Las bases para una nueva crisis de sobreproducción y sobreacumulación, que se empezó a gestar desde el momento en que finalizó la crisis anterior, están dadas. Aunque es pronto para afirmar con rotundidad que el actual “enfriamiento” vaya a derivar a partir de 2021 en una abierta crisis capitalista, uno de los factores que pueden hacer que una ralentización en el crecimiento del PIB mundial derive con rapidez hacia una crisis en toda regla es la inestabilidad que caracteriza a esta etapa del desarrollo capitalista.
La gestión del Brexit, las guerras comerciales, las continuas maniobras de desestabilización en países de distintos continentes – particularmente en este período en América Latina (Bolivia y Venezuela), que coinciden en el tiempo con la violenta represión contra las movilizaciones de los pueblos chileno, haitiano y colombiano – son algunos de los síntomas de esta inestabilidad, que es expresión de una agudización en la confrontación inter-imperialista y de las contradicciones generadas por el propio capitalismo a lo largo y ancho del planeta.
En este contexto, los datos económicos ya están siendo utilizados por la patronal, organismos internacionales y entidades supervisoras para lanzar una nueva oleada de exigencias de “reformas estructurales”, mayor flexibilidad laboral, mayor contención fiscal y mayor apertura del sector público a capitales privados. La agudización en la confrontación inter-imperialista viene acompañada de una radicalización de ciertos sectores burgueses que, cada vez más abiertamente, sitúan su programa de máximos, pretendiendo penetrar en sectores obreros y populares agitando las banderas nacionalistas y tratando de presentarse como opositores a unas “élites globales” que no son otra cosa que los sectores burgueses que se han visto más beneficiados por la supresión de las barreras para la circulación del capital a nivel mundial.
Una vez más, se comprueba que las pugnas entre distintos sectores de la burguesía y sus intereses pueden atrapar a la mayoría trabajadora en falsos dilemas, y conducirla a callejones sin salida, si no existe un Partido Comunista fuerte e independiente, capaz de articular una alternativa radical al modelo capitalista en todas sus expresiones. La respuesta al programa de máximos de los capitalistas no puede ser otro programa capitalista, aun siendo menos agresivo para la mayoría trabajadora, bajo el argumento del mal menor. En este sentido, la insistencia en culpabilizar de todas las agresiones que sufren la clase obrera y los pueblos del mundo a un “capitalismo neoliberal” no hace más que promover la confianza de los trabajadores y trabajadoras en soluciones dentro de los parámetros capitalistas, alterando como mucho algunas políticas y formas de gestión, pero dejando intacto el núcleo esencial de la explotación capitalista. Frente a la radicalización de la patronal sólo cabe la radicalización de la clase obrera.
El Partido Comunista, independientemente de la correlación de fuerzas existente en cada momento o de quién gestione el capitalismo a través del Gobierno en cada momento, debe mantener su plena independencia política, ideológica y organizativa. Esa es la única garantía para que se pueda levantar una alternativa de clase que rompa realmente con el capitalismo.
Bajo estas premisas es como analizamos la posibilidad de que el capitalismo español vaya a ser gestionado por un Gobierno de coalición socialdemócrata entre PSOE y UP con el apoyo de fuerzas regionalistas y nacionalistas periféricas.
Es una realidad que los sectores obreros y populares de nuestro país salieron fuertemente debilitados de la crisis anterior. La causa fueron las medidas aplicadas tanto por el Gobierno del PSOE como por el posterior del PP para satisfacer los intereses de la patronal. La mayoría trabajadora de nuestro país, a pesar de los continuos alegatos sobre el crecimiento económico que se vienen dando a partir de 2014, no ha mejorado sus condiciones de vida y trabajo.
La reducción de las cifras del paro en el último período no puede ocultar que tres de cada cuatro familias españolas tienen dificultades para llegar a fin de mes o que el 30% de los hogares españoles viven gracias a una pensión. Ello mientras la brecha económica se agranda, ya que en los últimos 9 años se ha multiplicado el número de millonarios en nuestro país.
Si esta situación se ha generado tras un lustro de crecimiento económico, las expectativas de mayor empobrecimiento y pérdida de más derechos en el contexto de una desaceleración o de una nueva crisis son absolutamente aterradoras. Ante esta situación, la coalición socialdemócrata PSOE-UP ha acordado un primer documento en el que no se cuestiona ninguno de los mecanismos económicos y financieros que agravaron la crisis anterior en España. Se confirma la aceptación del pacto de estabilidad y se fía toda la política social a la hipótesis de una subida de impuestos, dejando inalteradas las bases de la explotación capitalista en España y, con ello, condenando cualquier hipotética medida social favorable a las clases populares a su liquidación en cuanto la situación económica se agrave.
El futuro Gobierno no va a llevar a cabo ningún cambio drástico a mejor en las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera y los sectores populares. Cuando termine la legislatura, la clase obrera y los sectores populares estarán en peores condiciones que hoy. El futuro Gobierno de coalición no alterará de ningún modo las bases sobre las que se sustenta la explotación en nuestro país, pero tampoco podrá llevar a cabo políticas expansivas a gran escala, dadas las previsiones económicas que hay encima de la mesa. El futuro Gobierno, independientemente de la palabrería que lo acompañe, va a gestionar los intereses de los capitalistas españoles, tratando de contener cualquier movilización de masas mediante el recurso a medidas simbólicas que distraigan de la incontestable realidad: la inviolabilidad de las bases capitalistas de nuestro país.
El futuro Gobierno, al igual que hizo Pedro Sánchez tras la moción de censura de 2018, recurrirá a una política planificada de gestos hacia ciertos sectores sociales – también sindicales – durante el primer período de su mandato. Renunciará a la derogación de las reformas laborales, pero, a cambio, modificará aspectos de la reforma de 2012 para tratar de silenciar al movimiento sindical mientras mantiene el grueso de las medidas anti-obreras – y las actualiza – en un nuevo Estatuto de los Trabajadores que legalizará las formas de explotación que han generalizado los modelos Uber y Deliveroo.
La promoción del capitalismo verde será la otra seña de identidad del futuro Gobierno. La coalición socialdemócrata habla de “transición energética” para camuflar lo que no es otra cosa que la promoción y defensa de los intereses de los monopolios privados del sector energético que invierten en energías renovables. Paralelamente, seguirán impulsando campañas propagandísticas encaminadas a atribuir la responsabilidad sobre cualquier problema ambiental en las familias trabajadoras y no en las grandes empresas.
Por otra parte, la debilidad parlamentaria de la coalición socialdemócrata, así como las distintas estrategias de sus miembros, no auguran un Gobierno estable ni duradero. Se romperá cuando alguno de los socios principales o de sus aliados considere que sus expectativas electorales mejoran y que su vinculación a la coalición ya no le aporta réditos políticos.
Hoy, cualquier crítica a la coalición socialdemócrata pretende acallarse recurriendo al argumento del mal menor. Se presenta ante la clase obrera y el pueblo trabajador una situación en la que parece que la única posibilidad de contener el envalentonamiento de ciertos sectores la burguesía española, expresado en el crecimiento de VOX, pasa por apoyar un Gobierno PSOE-UP. Pero la coalición socialdemócrata tiene que saber ya que la gestión capitalista que ha venido prometiendo en los últimos tiempos va a chocar con una dinámica capitalista que no se puede romper salvo de forma radical, rompiendo con el capitalismo como un todo, y no con una concreta gestión del capitalismo.
Las limitaciones del futuro Gobierno serán evidentes a ojos de las masas con rapidez, y su frustración puede conducir a fenómenos de radicalización en un sentido reaccionario. Sobre todo, si no existe un proceso acelerado de fortalecimiento de un Partido Comunista independiente de toda fuerza capitalista en lo político, en lo ideológico y en lo organizativo.
El PCTE no oculta que aspira a ser ese Partido Comunista, aunque todavía estamos lejos de conseguirlo. En 8 meses bajo esta denominación hemos demostrado lo rápido que avanzan nuestras capacidades organizativas, extendiéndonos territorialmente y ampliando nuestros contactos con la clase y el pueblo trabajador, pero ningún avance será suficiente si la clase obrera no deja de confiar mayoritariamente en las fuerzas socialdemócratas que permanentemente traicionan las falsas ilusiones que ellas mismas crean.
Durante el próximo período, por tanto, nuestros esfuerzos se seguirán centrando en desarrollar nuestra presencia en los centros de trabajo y en los barrios obreros, explicando incansablemente, con datos y con hechos, las limitaciones y las falsas ilusiones sembradas por la coalición socialdemócrata, así como el sentido de las medidas anti-obreras que ésta aprobará. Explicando también que ningún gobierno capitalista puede resolver de forma definitiva los problemas básicos de la mayoría obrera y popular y que todo avance económico o social que se pueda conseguir sólo podrá ser defendido si hay movilización de masas que confíe en sus propias fuerzas y no en ningún gobierno capitalista. Explicaremos que nuestra clase y nuestro pueblo no deben renunciar a ningún derecho conquistado, ni dejarse engañar ni manipular por ningún gobierno o fuerza defensora del capitalismo, sea del color que sea.
El PCTE seguirá peleando por derogar las dos últimas reformas laborales, como elemento aglutinador inmediato de las luchas obreras que se desarrollan en nuestro país. Seguiremos denunciando el papel de la Unión Europea y de la OTAN, de quienes la coalición socialdemócrata seguirá siendo socio, y seguiremos acumulando fuerzas en el campo obrero y popular que sean capaces de aprovechar la experiencia práctica en la lucha política diaria en los centros de trabajo y en los barrios para organizar el contraataque definitivo con que la clase obrera derrocará en España el poder capitalista.
¡Ni un paso atrás en nuestros derechos, ninguna confianza en el Gobierno de la socialdemocracia!
Madrid, 1 de diciembre de 2019
Buró Político
Partido Comunista de los Trabajadores de España