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Este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en el PCTE no queremos quedarnos únicamente en la rotunda condena a la violencia hacia las mujeres, sino que llamamos al sector femenino de la clase obrera a plantar batalla y a organizarse.

La lucha contra la violencia, tomada como un concepto abstracto, y muchas veces indefinida, no es más que un brindis al sol cuando vemos que, en la práctica, las trabajadoras seguimos siendo víctimas de la violencia del capital y sus gestores: la explotación laboral, donde asumimos los trabajos con peores condiciones; o la violencia sexual, bajo la cual seguimos siendo víctimas de todo tipo de acoso, agresiones y prácticas machistas que atentan contra nuestra libertad sexual. Todos estos ejemplos son diversas manifestaciones de la violencia, intrínseca al propio sistema capitalista, que vivimos el sector femenino de nuestra clase.

Por eso es necesario que las trabajadoras, que somos las más vulnerables ante la violencia machista y las que sufrimos la explotación laboral, violencia que el sistema ejerce indiscriminadamente al conjunto de la clase obrera, tengamos claro que el camino hacia nuestra liberación no vendrá de la mano de las instituciones burguesas, sino que pasa por la lucha, hombro con hombro, por mejores condiciones de vida en lo inmediato pero con la mirada puesta en un futuro dónde la denuncia y la condena social junto a la educación y el desarrollo de una cultura que no responda a las necesidades del beneficio privado permitan realmente construir esa sociedad en que las relaciones sentimentales y sexuales estén libres de cualquier condicionante económico, de poder o de necesidad.

La posibilidad de seguir avanzando dentro del sistema capitalista está cada vez más limitada, ya que los cambios necesarios para ello entran directamente en contradicción con la propia naturaleza del sistema. Ejemplo de ello es que, hasta los más exaltados defensores de los derechos de las mujeres de los partidos con representación parlamentaria, que intentan dar lecciones a las trabajadoras y a quién se les ponga por delante, se nieguen en la práctica a luchar contra las más sangrantes formas de violencia hacia las mismas, como son la explotación sexual y la explotación reproductiva. Los locales donde se explota y se trafica con mujeres, habitualmente en situaciones vulnerables y de procedencia extranjera, están a la orden del día y las agencias que permiten a quien pueda pagarlo comprar seres humanos explotando a mujeres en países más pobres, aprovechándose, en muchas ocasiones, de contextos en guerra (un ejemplo claro es Ucrania), van proliferando sin mayor dificultad.

Es por eso por lo que las y los comunistas llamamos a las mujeres trabajadoras a organizarse y participar en cada lucha allí donde trabaja y vive, trasladando e implicando al conjunto de la clase en las necesidades que la mujer obrera tiene, generando en cada lucha los lazos y relaciones de compañerismo y camaradería. Porque la violencia machista no puede erradicarse en el sistema capitalista en el que (sobre)vivimos actualmente, por muchas leyes a nuestro favor que existan. Este tipo de barbarie nace de la misma esencia de este sistema que promueve ideas y comportamientos en detrimento de las mujeres de nuestra clase.

Sólo en una sociedad socialista-comunista, donde no existe la mercantilización del cuerpo de la mujer ni la consecuente cosificación, será posible nuestra liberación y, por ende, el fin de la violencia machista.

Buró Político del PCTE