Hace unos días el presidente del gobierno central se reunió con el presidente del gobierno de Aragón, para tratar la candidatura del COI de los Pirineos para los JJOO de 2030.
En dicho encuentro se escucharon argumentos a favor del proyecto por parte de ambos presidentes. Sánchez lo definió como “proyecto de estado que puede servir para el desarrollo económico” y aseguró a la sociedad aragonesa que su diseño sea en pie de igualdad.
Por su parte Lambán resaltó la gran oportunidad que suponen estos Juegos Olímpicos y expresó el deseo de todos los alcaldes y pueblos de la zona de que finalmente este proyecto salga adelante y se lleve a cabo.
En un alarde de oportunismo, el propio alcalde Zaragoza rescató el proyecto del nuevo estadio de La Romareda, un gran pelotazo urbanístico que fue frustrado por la anterior crisis inmobiliaria, pero que nunca ha sido abandonado.
Aquí vemos como fuerzas de todos los signos políticos coinciden en defender unos intereses que para nada son los intereses de las clases populares.
Este tipo de proyectos, como la organización de los juegos olímpicos o la construcción de un macro estadio en Zaragoza, solo benefician a unas determinadas élites, pero se trata de venderlos como proyectos que atienden al interés general.
Por mucho que nos intenten vender el caramelo del empleo que se va a generar y la riqueza que va quedar en nuestra región, la clase trabajadora ya está más que escarmentada con el ejemplo que supuso la Expo 2008. ¿Dónde quedaron aquellos miles y miles de puestos de trabajo que se iban a crear? ¿Dónde está toda la riqueza que iba a llegar a nuestra ciudad tras la Expo2008? Nada de aquello se ha plasmado en la realidad. Lo único que ha quedado es una enorme carga de deuda pública, una serie de edificios vacíos o cedidos a coste cero a entidades privadas. En cuanto al empleo, ya vimos que los puestos que se crearon fueron empleos basura, con pésimas condiciones y en un par de meses, en cuanto finalizó el evento, se volvió a la situación anterior. Eso sí, la Expo 2008 también dejó algunos bolsillos muy llenos.
Los juegos olímpicos de 2030, en caso de celebrarse en los Pirineos, no van a dejar ningún beneficio para las clases populares y trabajadoras. Al contrario de lo que nos dicen, provocarán un grave perjuicio en nuestras condiciones de vida. ¿Acaso en Aragón, no tenemos muchas carencias y mucho más acuciantes? No necesitamos despilfarrar ingentes cantidades de recursos en crear unas infraestructuras que, aparte del daño medioambiental, quedarían como un homenaje a la insensatez, especialmente si hablamos de una región como Aragón, con zonas prácticamente deshabitadas, que carecen de todo tipo de infraestructuras incluso las más básicas. Pero también resulta estúpido, hablar de organizar unos Juegos Olímpicos cuando estamos sufriendo graves recortes en todos los servicios públicos esenciales, o pensar que se va a revertir la situación de temporalidad y precariedad laboral que sufren muchas zonas del pirineo aragonés, por el mero hecho de celebrar un evento de un mes de duración.
Igual de incongruente es el proyecto de construcción del nuevo estadio de La Romareda, ¿Para qué necesita nuestra ciudad unas instalaciones deportivas tan costosas, cuando en nuestros barrios no contamos con espacios dignos para el esparcimiento o la práctica deportiva?
Es en este tipo de proyectos, tanto la organización de los Juegos Olímpicos como la construcción del nuevo estadio de La Romareda, donde vemos que los intereses a los que obedecen tanto los socialdemócratas , como los liberales son los mismos. Ya que los sectores más beneficiados con este tipo de proyectos son los habituales, la construcción, la hostelería y los servicios, sectores que se llevan la palma en abusos laborales y condiciones de explotación extrema. Ni los unos ni los otros miran en ningún caso por los intereses de la clase trabajadora.
Desde el PCTE Aragón rechazamos estos proyectos, no sólo porque atentan gravemente contra un entorno natural ya de por si sobreexplotado, sino que supone un enorme gasto de recursos que no tendrán ninguna repercusión sobre el bienestar de las trabajadoras y trabajadores de nuestra comunidad.