Mercantilizar y privatizar todo lo que sea posible. Ofrecer cuantiosos beneficios a empresas a costa de nuestro dinero y nuestros espacios. Hacerse muchas fotos y poner muchas luces.
Así podríamos resumir rápidamente la gestión neoliberal que el PP de Natalia Chueca y previamente de Jorge Azcón están haciendo de Zaragoza, apostando por grandes proyectos privados en un modelo que busca mercantilizar y obtener beneficios económicos a toda costa.
Y no hay ningún sitio como el Parque Grande para ejemplificarlo.
La primera gran polémica se originó al sacar a licitación los quioscos históricos y entregarlos a franquicias de grandes cadenas de restauración. Ahora, en la última vuelta de tuerca, se ha instalado un espectáculo de luces (Luzir) por el que se cobra una entrada de más de 10€ y por el que una parte del parque queda cerrado por mes y medio. Por si fuera poco, el recinto se asignó a dedo al mismo gestor del Espacio Zity durante las fiestas del Pilar, la empresa Zusup. Antes de seguir, una advertencia: si estás leyendo esto y tenías pensado ir a verlo, o si ya has ido, este artículo no pretende atacarte. Aquí lo que criticamos es la forma y los intereses que mueven el espectáculo. De que su razón de ser no es el de proporcionar un espacio de disfrute para los ciudadanos, sino de obtener una rentabilidad privada de un espacio público. ¿Acaso no podría haber montado el Ayuntamiento un espectáculo por su cuenta? ¿No podrían haber hecho un proyecto que se integre en el parque, respetuoso con el ecosistema? ¿Era necesario vallarlo de esta forma? ¿Qué parte de esos 10€ de entrada va dirigida al pago de los costes y qué parte a las superganancias del empresario? ¿Se podría haber hecho a precios populares, o incluso de forma gratuita?
La privatización y mercantilización de los espacios públicos está siendo una constante. Proyectos como este siguen la misma lógica que el aumento por tres de las zonas de estacionamiento regulado para 2025, la apuesta por macrofestivales como el Vive Latino, o el proyecto que quieren poner en marcha en los pinares de Venecia para ampliar el parque de atracciones a costa de unos de los mayores pulmones de la ciudad. Estas lógicas, las lógicas del capital, son poco a poco asumidas como naturales e incluso beneficiosas, y estos proyectos se van consolidando con la fuerza del paso del tiempo. Sin embargo, no son naturales en absoluto. Requieren de un trabajo intensivo de propaganda y de destrucción de cualquier alternativa que cuestione el modelo.
Hablamos del cierre de espacios comunitarios y autogestionados como La Harinera, el CSC Luis Buñuel o el CSO Loira en un ataque al tejido social que durante años han construido los vecinos y vecinas. Estos centros ofrecen (o más bien ofrecían) espacios a sus respectivos barrios donde realizar actividades y ocio alejados de un fin mercantil. Y es por eso, además de por su autogestión popular, por lo que están siendo atacados y desmontados: por escapar de las dinámicas de valorización del capital, constituyendo una alternativa a la gestión del ocio y los servicios que el capitalismo nos ofrece.
Y es que la cultura, la ciencia, el deporte, las artes y el ocio en general se encuentran sometidos al dictado del capital privado y totalmente condicionados por él.
Bajo pretextos como el de un plan de inclusión disfrazan el cierre o la privatización de todos estos espacios a la par que destinan cada vez más dinero público a favorecer a las respectivas empresas y recortan en servicios sociales fundamentales como las Zonas Jóvenes. Contra ello, vecinos y vecinas se movilizan para defender sus espacios públicos y el tejido social construido con tanto esfuerzo durante tantos años. Manifestaciones ante el cierre de los centros sociales o recogida de firmas contra el espectáculo navideño de luces son la respuesta de clase a estos ataques. Pero más allá de la resistencia de los vecinos, mientras vivamos dentro del capitalismo la tendencia a privatizar y ofrecer nuevos mercados a la clase social que se lucra a nuestra costa siempre estará allí.
Por eso desde el PCTE queremos mostrar nuestro más absoluto rechazo a esta dinámica privatizadora y dar todo el apoyo a quienes luchan contra ella a la vez que señalamos al sistema que se apropia de nuestros espacios para hacer negocio a nuestra costa. Desde la infancia hasta la vejez debería existir una adecuada red de infraestructuras deportivas y culturales, centralmente planificadas y gratuitas, que ayudasen a alcanzar mayores niveles de salud pública y de calidad de vida del pueblo y no para el beneficio de unos pocos.
Y para ello el primer paso es defender el tejido social de nuestros barrios, nuestros parques y nuestros espacios públicos.
NO A LA MERCANTILIZACIÓN DE NUESTROS BARRIOS
POR UN OCIO POPULAR