El 5 de septiembre se trasladaban de una fosa común al cementerio de Fuendejalón los restos de María Domínguez, la primera mujer alcaldesa durante la II República; que ejerció su cargo en la localidad de Gallur. María, militante del PSOE, sindicalista en UGT y reconocida feminista, fue asesinada por los fascistas al inicio de la Guerra Civil y sus restos fueron encontrados en una fosa común a principios de enero de este mismo año. Al acto de reinhumación acudieron, entre otras personalidades políticas, Javier Lambán y Ada Colau.
Es indiscutible el necesario reconocimiento que merece María Domínguez, cuya labor política y teórica en pos de los derechos de la mujer es innegable. Sin embargo, queda patente el partidismo con el que el gobierno aragonés ha usado su memoria, y es que son muchos los luchadores y luchadoras asesinados por el franquismo cuyo recuerdo no parece ser merecedor de homenaje por parte del ejecutivo del PSOE. Nos referimos, evidentemente, a los y las comunistas aragoneses, principales opositores al franquismo, que continúan menospreciados y se ven privados del reconocimiento que sí se les proporciona en el exterior de nuestro país.
Un caso significativo reciente es, por ejemplo, el fallecimiento el 11 de abril de 2021 de Francisco Larroy Masueras, aragonés exiliado en Francia y veterano de la lucha guerrillera contra el nazismo. Francisco fue reconocido en su país de adopción por el presidente Macron, que le otorgó la Legión de Honor, mientras que el gobierno aragonés no consideró oportuno realizar ningún tipo de acto conmemorativo.
Así, desde el PCTE Aragón exigimos que se aplique la Ley de Memoria Democrática de forma equitativa para todos aquellos que dieron su vida en la lucha contra el fascismo. Es evidente que fueron muchos los hombres y mujeres que combatieron en ese conflicto, y que sus ideologías tenían orígenes muy diversos; pero también resulta constatable que los gobiernos de uno y otro signo han obviado constantemente el papel protagonista que los y las comunistas tuvieron en él.