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El conflicto no es entre cristiandad e islam, sino entre la reacción y el laicismo y más precisamente entre la clase capitalista y los trabajadores.

  1. La discusión actual sobre la transformación de Santa Sofía en una mezquita fue reintroducida en juniopor el İYİP, el partido fascista en la oposición, que es socio del socialdemócrata CHP en la alianza de oposición parlamentaria, gracias a una propuesta de investigación parlamentaria. En realidad era una pretensión desde hace tiempo de la reacción en Turquía. Esta propuesta de investigación no fue criticada en absoluto por la oposición desde un principio. Actores políticos de la oposición burguesa y alcaldes actuales de grandes ciudades hicieron declaraciones en favor de la transformación de Santa Sofía en una mezquita. El pro-kurdo HDP se ha abstenido y no ha rechazado la propuesta de investigación del İYİP. El anterior candidato presidencial del CHP, Muharrem İnce, llegó a decir que iría a rezar bajo el techo de Santa Sofía.

Lo que el AKP hizo fue primero negociar la propuesta sobre este problema en el parlamento y después, ordenar directamente al Consejo de Estado, que está prácticamente bajo el control del poder ejecutivo, a saber el propio Erdoğan, que cancelase la decisión de 1934 de reabrir Santa Sofía como museo. Esto fue una reafirmación del poder del ejecutivo en Turquía.

Al final, uno puede concluir que la burguesía turca ha actuado unitariamente al comenzar esta discusión y aprobar la transformación.

  1. Cancelar la decisión del gabinete de 1934 también significaba negar los valores progresistas de la revolución burguesa de 1923, a saber republicanismo, laicismo y modernidad.
  2. El fundamentalismo religioso del AKP ha transformado todas y cada una de las instituciones públicas de Turquía, incluyendo el derecho, el mundo académico, la educación, la prensa y cualquier aspecto de la vida social, haciendo que estas áreas estén dominadas por las normas del islam. El TKP ha señalado repetidamente el papel anti-obrero de la reacción y del fundamentalismo religioso, que oprime cada pequeño signo de resistencia dentro de la clase obrera y que reemplaza el poder organizado de los trabajadores unidos por obedientes masas apolíticas. El peligro de la reacción es más que su apariencia superficial. Hace sólo una semana, explotó una fábrica de fuegos artificiales en Turquía, causando muertes y dejando a decenas de trabajadores heridos. El patrón, que era el líder local de la MUSIAD, asociación de capitalistas pro-islámicos, no fue castigado en absoluto, en cambio fue apoyado por otros capitalistas de la región y del país. La misma organización había propuesto “campos de trabajo” como solución para sobreponerse a las pérdidas de beneficios durante la pandemia, lo que había sido respaldado por el gobierno hace unas semanas. No es coincidencia que justo en la misma semana, se aprobase la transformación de Santa Sofía en una mezquita. La clase capitalista de Turquía ha abusado sistemáticamente de la religión para ganar poder en las relaciones laborales. Ahora, dada la profunda crisis económica en el país, la pobreza, el desempleo, la desesperanza y el enorme descontento entre los trabajadores, la clase capitalista está intentando evitar la politización de los trabajadores y el impulso que están ganando las corrientes de izquierda, de nuevo recurriendo a la reacción.
  3. La decisión en efecto implica un movimiento provocativo a nivel internacional. La política pragmática del AKP, basada en maniobras diarias en las grietas del sistema imperialista y sus oscilaciones entre los poderes imperialistas, está perdiendo terreno. El país está hundiéndose económicamente, con niveles de deuda interna y externa sin precedentes. Erdoğan está intentando restaurar su poder de negociación político intimidando a otros países, como los movimientos contra Francia en Libia, las acciones militares en territorio sirio o prendiendo conflictos nacionalistas contra Grecia; pero es obvio que este poder es demasiado limitado para asustar a los grandes poderes o a alianzas imperialistas, entre ellos los EE.UU., la UE yla OTAN, de los cuales el gobierno es sin duda alguna dependiente.
  4. La guía del internacionalismo proletario, tal y como fue definida hace más de cien años por los bolcheviques, es clara. Los conflictos entre la clase burguesa de cada país, como son las riñas nacionalistas o religiosas, competir y reclamar derechos sobre recursos, etc. no pueden ser la base de la discusión para los comunistas. Leer tales movimientos de la agenda de la clase burguesa será inmensamente engañoso. El conflicto no es entre cristiandad e islam, sino entre la reacción y el laicismo y más precisamente entre clase capitalista y trabajadores.
  5. El núcleo del problema de Santa Sofía es la dominación de las políticas de derecha en Turquía, tanto de las alianzas gobernantes como opositoras. Es otro ladrillo en la pared de la eliminación del laicismo de la atmósfera política de Turquía,fomentando la represión del pensamiento y la lucha igualitaria. Los comunistas del mundo deben condenar esta decisión y la mentalidad burguesa reaccionaria que está detrás, que oscurece el futuro de la clase obrera de Turquía.
  6. El TKP ha defendido y defenderá la posición de mantener Santa Sofía como museo público, y no como hogar de actividades religiosas de religión alguna, como uno de los monumentos históricos mejor preservados y un ejemplo brillante de la herencia cultural de la humanidad. Mantenerse firme ante cualquier intervención en la estructura del edificio que vaya a hacer daño a su originalidad es por tanto una responsabilidad universal.

 

Partido Comunista de Turquía

Comité Central

11.07.2020