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Nortes publica esta columna de opinión firmada por Ástor García | 4 de octubre de 2024

90 años de Ochobre

Aquella madrugada del 5 de octubre de 1934 está marcada a fuego en nuestra memoria. La clase obrera asturiana tomaba el camino revolucionario y se lanzaba a asaltar los cielos cargada de dinamita y voluntad, forjando durante 15 días uno de los episodios más relevantes de la historia del movimiento obrero de nuestro país.

Aunque la Revolución terminó siendo derrotada, que no vencida, nos legó una serie de experiencias y aprendizajes que, a pesar de la distancia temporal, siguen presentes y nos obligan a evitar toda mirada exclusivamente memorialista sobre aquel acontecimiento.

Enfocar la conmemoración del 90 aniversario de Ochobre del 34 sin reflexionar sobre el presente sería insensato, pero también lo sería hacer esa reflexión utilizando paralelismos zafios. Hay quien ve en la coalición entre Lerroux y la CEDA, cuya entrada en el gobierno desencadenó la insurrección, un trasunto de partidos actuales que oscilan entre el azul y el verde, pretendiendo con ello declararse heredero de aquellos proletarios que empuñaron las armas, como si los socialistas de entonces se parecieran en algo a los socialistas de ahora.

La Revolución del 34 no aspiraba a evitar un cambio de gobierno, sino a construir una nueva sociedad, más allá de una República cuyos límites estaban claros desde el principio y que terminó siendo víctima de sus propias contradicciones.

Conmemoramos y reivindicamos Ochobre porque subrayó que existía la posibilidad de concebir una sociedad sin explotadores ni explotados, y una clase social que estaba dispuesta a poner el cuerpo y la vida para hacerla realidad.

Hoy, la explotación a la que los revolucionarios querían poner fin sigue muy presente, aunque se quiera esconder bajo ropajes de flexibilidad y productividad. También hoy, esa clase social que puso cuerpo y vida en el 34 sigue presente, aunque se le quiera robar la palabra y la acción trasladándola al adormecedor terreno de las instituciones y los despachos.

Si algo nos enseña Ochobre es que la lucha contra la explotación capitalista debe darse de frente, de forma unitaria y con visión estratégica. Hombro con hombro lucharon en el 34 y hombro con hombro debemos seguir luchando hoy, pero teniendo claro que el problema principal de la mayoría trabajadora de nuestro país no está en quién gestiona el capitalismo español, sino en qué clase se beneficia de esa gestión. Lamentablemente, gobierne quien gobierne, hoy esa clase sigue siendo la misma que mandó a los regulares contra los nuestros.