El primer aniversario de la presentación pública del Partido Comunista de los Trabajadores de España -en el Ateneo de Madrid el 6 de abril de 2019- llega en un momento de extrema gravedad para la clase obrera y el conjunto del pueblo trabajador, en nuestro país y en todo el mundo. La crisis sanitaria del Covid-19 está golpeando con fuerza, demostrando la debilidad de un sistema capitalista que está incapacitado, por sus propias contradicciones internas, para atajar la epidemia y para asegurar la salud y el bienestar de la población.
La crisis del coronavirus ha acelerado el estallido de la crisis económica que se venía gestando desde la anterior crisis. La débil recuperación tras la crisis de 2008, a pesar de los afanosos intentos de los distintos gobiernos capitalistas y de sus alianzas internacionales, abrió un nuevo ciclo para la reproducción ampliada del capital, debido a la ingente destrucción de fuerzas productivas de entonces y al incremento de la tasa de explotación, que ha condenado a millones de trabajadores y trabajadoras a unas condiciones de vida y trabajo cada vez peores.
El PCTE nació con la voluntad de alcanzar el objetivo de la conquista del poder político en España para proceder a la construcción de una República Socialista, de un país para la clase obrera y no para sus explotadores. Ese objetivo nos exige, como paso previo, que seamos capaces de desarrollar un Partido Comunista capaz de luchar en todas las condiciones, de desarrollarse y mantener sus vínculos con las masas sea cual sea la coyuntura de la lucha de clases.
A pesar de la relativa juventud de nuestro Partido, con un año de vida bajo esta denominación, contamos con la experiencia acumulada en décadas de lucha por el movimiento comunista internacional y, muy particularmente, por el trabajo desarrollado por los y las comunistas en España, desde que el 15 de abril de 1920 se organizara el primer Partido Comunista en nuestro país bajo la denominación de Partido Comunista Español, que fue la primera sección española de la Internacional Comunista.
La fundación de aquel Partido, hecho del que ahora conmemoramos el centenario, fue el punto de partida de la lucha comunista en España y estuvo directamente vinculado con la Internacional Comunista. Reivindicamos y honramos la memoria de aquel “partido de los cien niños” que, en las convulsas condiciones de la época, realizó un claro deslinde entre las posiciones reformistas y revolucionarias en el seno del movimiento obrero y abrió la senda que hoy transita el PCTE. En nuestro ADN, por tanto, está no sólo la experiencia bolchevique que llevó al poder a la clase obrera en Rusia, sino también la lucha abierta contra quienes traicionan a la clase obrera y terminan llevándola a someterse a los capitalistas, a ser carne de cañón en las peleas entre capitalistas.
Humildemente afirmamos que hoy siguen vivos y fuertes en el PCTE los ideales y los anhelos de nuestros camaradas que en 1920 fundaban aquel Partido Comunista Español, que en 1921 fundaban el Partido Comunista Obrero Español, que en noviembre de 1921 fundaban el Partido Comunista de España (Sección Española de la Internacional Comunista), que lucharon en la Guerra Nacional Revolucionaria contra la bestia fascista, que se convirtieron en la única fuerza real de oposición al franquismo, que se resistieron a la traición eurocomunista, que en el Congreso de Unidad Comunista de 1984 crearon un partido que aspiraba a derrotar al carrillismo y que defendieron con vehemencia las experiencias de construcción socialista y el internacionalismo proletario y que reivindicaron el marxismo-leninismo contra viento y marea.
El acumulado de décadas de lucha de los comunistas en España y en el mundo, que analizamos y estudiamos para extraer las lecciones necesarias para continuar nuestra lucha hoy, nos sirve como enseñanza no sólo histórica, o teórica, sino eminentemente práctica, para determinar en cada momento las prioridades políticas y organizativas coyunturales que nos acerquen más rápido a alcanzar el objetivo estratégico para el que debe existir todo Partido Comunista.
Durante este primer año hemos dado pasos importantes. Hemos acelerado el desarrollo de nuestra presencia en los centros de trabajo, hemos avanzado en nuestro trabajo hacia los sindicatos y hemos ampliado nuestra presencia territorial, todo ello en un año con múltiples procesos electorales que nos han servido para ampliar el entorno partidario.
También hemos consolidado nuestras relaciones internacionales, profundizando en nuestro papel en la Revista Comunista Internacional, en la Iniciativa Europea de Partidos Comunistas y Obreros y en el Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, al tiempo que desarrollamos las relaciones bilaterales con partidos de todos los continentes. Nuestro Partido, que recuerda con orgullo el ejemplo de las Brigadas Internacionales, no renunciará jamás a su carácter internacionalista.
Ahora, mientras iniciamos nuestro segundo año de vida como PCTE, nuestra lucha y la lucha de los Colectivos de Jóvenes Comunistas (CJC), va a desenvolverse, nuevamente, en condiciones de estallido y desarrollo de una crisis capitalista que está teniendo ya gravísimas consecuencias para la clase obrera y el conjunto de los sectores populares en España.
No existe ninguna duda de que el aparato estatal se ha conjurado para hacer recaer -nuevamente- sobre los hombros de la mayoría obrera y popular el peso de la crisis que se está desatando. Las medidas aparentemente favorables a los sectores más empobrecidos y castigados por el capitalismo español que el Gobierno socialdemócrata está tomando no son más que pequeños parches destinados a evitar una agudización extrema de la lucha de clases, mientras el grueso de sus medidas y planes se dirigen, principalmente, a proteger a los monopolios a costa de todo lo demás.
Las aparentes contradicciones entre los distintos partidos capitalistas no son más que la expresión de distintas opiniones y posturas sobre cómo se puede conseguir salvaguardar los intereses de unos u otros sectores de la burguesía, siempre a costa de la mayoría obrera y popular. Pero ninguna fuerza política, parlamentaria o no, salvo los y las comunistas, aspira a sustituir el actual sistema socioeconómico. Ninguna salvo los comunistas es capaz de decir abiertamente y con claridad que el dilema fundamental que enfrentamos no reside en cuál es la mejor forma de salvar al capitalismo, sino precisamente en cómo acelerar su destrucción para levantar una sociedad socialista-comunista.
Y no pueden hacerlo porque han unido su destino al del sistema que con tanto ahínco defienden, niegan la posibilidad de otro sistema socioeconómico que no se base en la explotación, y en su ciega negativa son capaces de negar incluso las más evidentes pruebas de que el modelo capitalista, sea cual sea su gestión, ya se ha demostrado sobradamente incapaz de satisfacer las más básicas necesidades humanas.
La socialdemocracia tiene un relevante papel en el sostenimiento de la explotación capitalista y lo demuestra abiertamente cada vez que estalla una nueva crisis capitalista. Es indiferente que se trate de la vieja socialdemocracia, heredera de la II Internacional, o de la nueva, fruto de la mutación de algunos partidos comunistas y de su fusión con posiciones político-ideológicas pequeño-burguesas que se han ido desarrollando principalmente en los países de los escalones más altos de la pirámide imperialista. Su papel es siempre el de garantizar que la mayoría obrera y popular se mantenga disciplinadamente sometida a intereses ajenos y, principalmente, opuestos a los suyos.
La experiencia de la anterior crisis es sumamente relevante. A la gestión inicial socialdemócrata, desastrosa para los sectores obreros y populares, le siguió una gestión liberal que endureció las medidas contra la clase obrera y el pueblo. Esos ataques, destinados a favorecer un incremento de la tasa de ganancia de los capitalistas que, en última instancia, es negado por la propia dinámica del capitalismo, no han sido revertidos por la actual coalición socialdemócrata en el Gobierno, fundamentalmente porque han perdido un tiempo precioso en discutir sobre cuáles de aquellos ataques conservar y cuáles modificar, atendiendo siempre al objetivo superior de garantizar la sostenibilidad -y la legitimidad entre amplios sectores de la población- del capitalismo español.
La coyuntura hoy no dista mucho de la que se vivió en los inicios de la anterior crisis. Que el catalizador de la crisis capitalista esté siendo una crisis sanitaria no altera en lo más mínimo la realidad fundamental que reside en la base económica: la contradicción entre el carácter social de la producción y la propiedad privada de los medios de producción, que determina todas las demás contradicciones que se producen en la superestructura de la sociedad capitalista.
La actual gestión socialdemócrata es comparable a querer frenar un tsunami con castillos de arena. La gestión liberal que la seguirá se basará en dejar que el tsunami llegue tierra adentro todo lo que sea necesario. Ninguna de ellas es una opción viable cuando existe la posibilidad real y objetiva de evitar la formación de tsunamis. El socialismo-comunismo es esa posibilidad.
Sólo la solución de la contradicción principal puede abrir el camino a la superación del resto de contradicciones sociales. La socialización de los medios de producción, acompañada inseparablemenete de una economía planificada, es la única garantía de que los intereses de la mayoría social se vean satisfechos.
Por todo ello, la lucha por el socialismo-comunismo continúa siendo plenamente actual. Aunque las fuerzas capitalistas hayan dedicado ingentes esfuerzos a difamar y a deslegitimar el período de construcción socialista desarrollado en la URSS y otros países durante el siglo XX, la superioridad del socialismo-comunismo sobre el capitalismo se vuelve más evidente si cabe cada vez que el capitalismo entra en una de sus crisis cíclicas.
Pero el capitalismo no caerá por sí solo como fruta madura. Es necesaria una lucha consciente y organizada para derrocar el poder de los capitalistas, para la cual el papel del Partido Comunista es insustituible.
Un Partido Comunista con una estrategia revolucionaria definida y dirigida a la conquista del poder político, que mantenga una total independencia ideológica, política y organizativa de la burguesía al tiempo que es capaz de tejer alianzas con el resto de sectores sociales condenados, por la propia dinámica capitalista, a un proceso de proletarización que es consecuencia directa de la cada vez mayor concentración y centralización del capital.
Un Partido Comunista capaz de ejecutar las tácticas necesarias en cada momento, según las cambiantes condiciones que ofrece la lucha de clases, para alcanzar el objetivo revolucionario, sin renunciar a los principios.
Un Partido Comunista capaz de dirigir y dirigirse a la clase obrera y al conjunto del pueblo trabajador a través de su trabajo diario, de su ejemplo militante y de su compromiso con las luchas sociales, políticas y sindicales de la mayoría obrera y popular.
Un Partido Comunista presente en los centros de trabajo, en el centro neurálgico de la sociedad capitalista, con capacidad para desarrollar la lucha política allí donde se manifiesta la contradicción principal del capitalismo.
Un Partido Comunista capaz de articular la máxima unidad entre los explotados frente a los explotadores, en combate contra todas aquellas posiciones encaminadas a fomentar la división y el enfrentamiento en el seno del pueblo trabajador para beneficio de los capitalistas.
Nuestro ejemplo son los mejores luchadores y luchadoras de nuestro pueblo. Aquellos que, en los más difíciles momentos, fueron capaces de continuar luchando por su clase y por su pueblo, quienes se sacrificaron por sus intereses y quienes nunca abandonaron la lucha por una España socialista-comunista.
Llamamos a la clase obrera y a todo el pueblo trabajador a organizarse para conquistar y construir ese país en el que la propiedad de los medios de producción sea de carácter social, de todos y todas; para conquistar y construir ese país soberano que romperá con todas las alianzas imperialistas; para conquistar y construir ese país en el que la clase obrera tome definitivamente el poder en sus manos para la defensa y promoción de sus propios intereses y no de los intereses de otras clases sociales; para conquistar y construir ese país que sea, definitivamente, la España de la cultura y el trabajo y no la España de los parásitos y el capital.
La lucha de clases no se detiene en ningún momento, y por ello la lucha comunista debe ser más efectiva, más organizada y más ambiciosa. Nuestra clase y nuestro pueblo, en estos 100 años de lucha comunista en España, han avanzado cuando el Partido Comunista ha sido fuerte, organizado y revolucionario.
Nuestra clase y nuestro pueblo serán más fuertes con un PCTE fuerte.
¡Viva el primer aniversario del PCTE!
¡Vivan los 100 años de lucha comunista en España!
¡Viva la lucha de la clase obrera!
Buró Político del CC del PCTE
6 de abril, 2020